A la orilla del mar, con el sol apareciendo, se detiene el tiempo, se expande la cavidad torácica y los ojos se abruman de tanta intensidad. Allí, justo allí, permanecen las gaviotas, los manglares, los barcos y lanchas, el olor a sal, la humedad, la brisa. Esto, en resumidas cuentas, es la vida para los isleños de San Andrés. Los isleños están unidos con el agua salada que los rodea, la tierra es sólo un lugar de paso, van y vienen junto con el mar, su territorio va ligado al océano. Es por esa razón que no podrá existir un mayor agravio, oprobio, vituperio, ultraje y ‘echada de madre’ que algo que interrumpa aquella libertad y refugio que encuentran los raizales en el sagrado mar. En este caso, por ese algo me refiero a las estructuras antinaturales (biológicamente hablando) que, entre otros, relaciono con una reciente construcción de la Policía.
Justo a unos treinta metros de la playa se encuentra una monstruosa cimentación rodeada por personitas vestidas de verde chillón y verde oscuro, montados en moto y con bolillo al lado. Para algunos ellos representan seguridad, para otros atrocidad. Al pasar varias veces por la estación de policía uno nota fácilmente el alto grado de militarización, es como si trataran a ese pedacito de tierra como suyo. Sin si quiera entender a la gente, comprender sus necesidades y limitándose a imponer. Eso es lo que significa para ellos ese edificio blanco, imposición de lo que ellos quieren, no de lo que la gente que ha vivido allí toda la vida pide. Pueden tener recursos para tal concreto, pero no para mejorar el sistema de salud, fomentar la educación, invertirlas en las basuras o una planta para tratar el agua. La estructura es gigante, mucho más de lo que podrían necesitar en una isla tan pequeña.
A pesar de que con las fotografías sólo se muestra una parte de la isla, da cuenta de los procesos que se están llevando a cabo. La Policía construye un gran edificio sin consultarlo a la comunidad, les imponen su “seguridad”. Más que el dinero destinado a ese gran proyecto, a los isleños les afecta lo que éste significa, toda su cultura se basa en los símbolos, son ellos los que los alientan a luchar o los frenan. Claramente esta situación provoca resistencia. Aunque no se ve claramente, frente a la Estación de Policía se han instalado personas a hacerle frente a las autoridades, a pedir que se les dé esa gran construcción para las necesidades de la gente de mar. Allá, las personas raizales no aceptan órdenes arbitrarias, todo debe ser dialogado y negociado, pero eso es lo que no han entendido los gobiernos.
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