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  • Foto del escritorSalida de Campo San Andrés

Fraiday 30, thinking Rondon - Ana Palma

Debo empezar diciendo que esta salida de campo me prometió un chapuzón en lo que son las otras caras, luchas y vulnerabilidades del archipiélago de San Andrés, pero terminó dándome una revolcada completa. Venía de leer durante todo un semestre sobre los flujos del gran Caribe y las luchas de sus pueblos… y aun así no pensaba -ni con imaginación antropológica- a estas islas, en teoría cercanas a mí, como parte de este pueblo transnacional articulado a migraciones e intercambios con el mundo caribeño, como un territorio habitado ancestralmente y con relaciones particulares con un mar que provee, protege y recrea, con un mar que entrelaza las historias de los ancestros que murieron esclavizados y de quienes hoy están perdidos en el mar.


El primer día en la isla, en una discusión donde surgieron diferentes miradas femeninas sobre el archipiélago, se mencionó a la población raizal como “un pueblo que está desapareciendo y es foránea en su propio territorio”. Con esa frase inició lo que para mí fue el descubrimiento de esa otra realidad no paradisiaca de San Andrés. Una realidad que en pocas palabras, no protege derechos territoriales ancestrales ni poblaciones raizales. Una realidad en la cual Colombia se manifiesta como un Estado colonial que hace presencia con la dominación, la segregación y la explotación. Una realidad donde el turismo no es la promesa de progreso sino el núcleo de problemas sociales, ambientales y económicos. Una realidad donde se invierte más en la construcción de un megaedificio para la policía, que los hospitales y universidades. Una realidad que tiene en emergencia sanitaria a su población isleña porque destina la escaza agua potable al sector hotelero, mientras los demás dependen de recolectar agua de lluvia que se mezcla inevitablemente con aguas residuales. Una realidad que tiene la canasta básica familiar más cara del país y se enfrenta por eso a una gran vulnerabilidad alimentaria. Una realidad donde el conflicto y el narcotráfico tienen un papel diferenciado y protagónico que no es reconocido por las instituciones estatales ni por el acuerdo de paz. Una realidad completamente distante a lo que se pinta desde la Colombia continental.


Tengo todavía rondando en mi cabeza la pregunta que hizo una de las mujeres lideresas ese primer día: ¿cómo hacer resistencia con tantas cosas en contra? Fue precisamente en este encuentro del Thinking Ron Dong donde se condensó esta experiencia. En ese espacio, que tenía un tablero que decía “Today the ethnic raizal people complete 207 days of repossession of this land”, Miss Coring, Greyborn y muchos más cuyos nombres se me escapan, nos mostraron que estas resistencias no sólo son posibles, sino que existen con diferentes matices y escenarios a pesar de las condiciones. Fueron menos de 5 días, donde las y los isleños estuvieron dispuestos a compartir estas experiencias a pesar de ver en nosotros a esa Colombia continental que los abandonó y le cortó las alas al mar. Fueron menos de 5 días los que bastaron para darle una revolcada completa a esa imagen ingenua que tenía del archipiélago de San Andrés y Providencia.

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